Inés García-Courtoy cuenta en su finca con 12 ejemplares de la raza Cárdena Andaluza, de los cuales seis están infectados de tuberculosis.
Las vacas cárdenas llegaron a Córdoba hace más de 160 años, cuando la raza gozaba de un buen número de ejemplares. Sin embargo, la sustitución de la fuerza animal en las labores agrarias y los sucesivos cruces han provocado que hoy sea una raza en peligro de extinción. Y en la lucha por el mantenimiento de esta especie animal se encuentra Inés García-Courtoy, ganadera y presidenta de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Bovino de Raza Cárdena Andaluza, constituida en 2006.
García-Courtoy cambió hace varios años su trabajo en una oficina por una vida en el campo. “Profesionalmente, yo no tenía nada que ver con este mundo pero familiarmente, sí. Soy la quinta generación de ganaderos y mi familia siempre ha tenido esta raza”, explica. Entre los motivos por preservar este animal, la ganadera destaca que “lleva siglos en la zona, la ha mantenido limpia, tiene unas características muy peculiares y es muy resistente a las enfermedades”.
Sin embargo, la tuberculosis está acabando con esta raza. “Ahora mismo, yo tengo 12 ejemplares, pero la mitad están en otro grupo ya que en febrero dieron positivo en tuberculosis”, cuenta. Según la ley, la ganadera debe sacrificar a esos ejemplares dentro de un mes. Sin embargo, y alegando motivos de peligro de extinción, García-Courtoy ha pedido una prórroga al Ministerio. “Mi intención es gestionar con la Universidad de Córdoba algún tipo de extracción de semen o de embriones para que no se pierda la genética de la raza”, apunta la ganadera.
Aunque la tuberculosis está afectando a todo el ganado bovino, la Cárdena Andaluza la está sufriendo todavía más debido a la escasez de ejemplares. Se estima que en Andalucía hay cerca de 225 hembras y tres machos, repartidos por Córdoba, Cádiz y Málaga. “Contra esta enfermedad, los ganaderos no podemos hacer nada. Lo único, intentar mitigar que nuestros animales no se contagien impidiendo, por ejemplo, que la fauna salvaje beba donde lo hacen las vacas. O haciendo un vado sanitario a la entrada de la finca para evitar que cualquier infección entre en la zona, pero es imposible”, cuenta García-Courtoy.
Así pues, y en el tratamiento diario de sus animales, la ganadera desinfecta cada una de las charcas que se encuentran alrededor de su finca, zonas que se destruirán en unos meses. Además, prevé la construcción de unos viveros específicos para sus vacas con una altura que impida el acceso a otros animales.
En la lucha por el mantenimiento de esta especie, la Universidad de Córdoba se ha convertido en un gran aliado de la asociación. Desde 2007, ambas entidades trabajan mano a mano en diferentes estudios, investigaciones y extracciones. Y los últimos resultados muestran una conclusión desalentadora: la raza sigue disminuyendo a pasos agigantados. García-Courtoy explica que “esta especie debe tener una crecida al año de un 10%, pero hoy está dentro del límite de peligro. En abril del año pasado, concretamente, tenía 23 ejemplares. Hoy, sanos, sólo tengo seis”.
¿Y cuál es el futuro de la Cárdena Andaluza? En palabras de García-Courtoy, “hace falta una apuesta clara por parte de las administraciones porque el ganadero, sin ayudas, poco puede hacer”. Los costes de mantener esta raza son más altos que sus beneficios debido a su poco aprovechamiento cárnico. Y es que, aunque las administraciones dan una ayuda económica a los ganaderos, “ésta no cubre ni el 70% de los gastos que supone mantener una raza en peligro de extinción”, concluye la ganadera.